Santa María del Rosario, septiembre 26 de 1960

Srta. Lucía González

Playa de Baracoa

Mi querida novia:

Te saludo a nombre del Señor deseando que estés ya bien de tus males; yo estoy bien, gracias a Dios.

Mi amada, yo suponía que ya estarías bien, porque el efecto de la vacuna había pasado, pero anoche me dijo Elvio que todavía se sienten mal, y sobre todo tú y Orestes. Yo te noté bastante demacrada aquella noche en San José. Quiera Dios que ésta te anime hasta hacerte sentir bien.

Yo sé que si hoy recibieras mi visita, ésta te animaría y sin mucho esfuerzo te ibas a sonreír. Como no es posible que yo me presente, recibe esta carta en mi lugar. Recíbela como a mí.

Lucía, como ya no vas a México, y eso era lo que tardaba la boda, pienso que ahora ésta debe celebrarse antes de lo que suponíamos. Creo sea mejor tratar este asunto personalmente, pero como no puede ser, dime por carta lo que tú opinas. Mis posibilidades económicas cada día van empeorando, creo sea una prueba que a su tiempo pasará, y no quiero que ella me atemorice y detenga en el rumbo a seguir, de modo que aunque nada tenga estoy dispuesto a hacer preparativos por fe, si estás de acuerdo tú también. (Ora para que mi fe se aumente).

Quiero que seas tú la que determina el tiempo aproximado de la boda, pues si bien todavía es difícil señalar el día, no lo es el mes. Vamos a orar más que hasta ahora para que todo resulte bajo la bendición y dirección de Dios.

Contéstame con Benigno, que espero respuesta. Mándame a decir si continúas en La Playa o van a salir para algún lugar determinado.

Dale recuerdos a los hermanos todos. A Orestes que sea un poco más guapo y se levante a luchar. Mándame a decir si ya te hicieron la sobrecama.

Bueno Lucía, según me dices en la última carta, tú sabes bien quién es tu novio. Tu novio es el mismo que pronto, con la ayuda de Dios, será tu esposo, porque te quiere.

P. Ev. Buenaventura Luis